lunes, 11 de mayo de 2009

PROBLEMAS DE CONDUCTA EN NIÑOS

Los enfrentamientos entre padres e hijos suelen ser muy habituales en el desarrollo del niño a medida que va creciendo y va poniendo a prueba sus nuevas habilidades de comunicación. No obstante, aunque es normal que puedan darse algunas discusiones y surgir problemas en general entre los miembros de la familia, si estas dificultades son demasiado frecuentes y/o se alargan en el tiempo, podrían llegar a ser algo más que simples disputas en el seno familiar.

Los comportamientos negativos más comunes en los niños que pueden crear un ambiente familiar polémico, son:



Señales que pueden ayudar
a detectar una mala conducta



Rabietas: cuando no consiguen lo que quieren tienden a gritar, patalear y llamar la atención en general, hasta que logran su objetivo o se cansan.

Mutismo: cuando guardan silencio o responden sólo con monosílabos creando un clima tenso e impidiendo la comunicación en la familia.

Demanda constante de atención: cuando necesitan que se esté pendiente de ellos en todo momento, observando todo lo que hacen o jugando siempre con ellos, sin dejar apenas espacio o tiempo para los adultos.

Poca autonomía: cuando no son capaces o no quieren hacer cosas propias de su edad y siempre demandan que los padres sean quienes lo terminen haciendo. No hay que olvidar que cualquier extremo es negativo. Por lo tanto, el exceso de autonomía también puede ser un problema, ya que el niño debe seguir un aprendizaje paulatino según su edad y su curso.

Poca atención: cuando parece que no atienden a lo que se les dice, no escuchan, o si escuchan no hacen las cosas que se les piden.




En general, los motivos de este tipo de comportamientos infantiles tienen que ver más con unas normas en la casa demasiado permisivas o variables, o situaciones en las que el niño consigue todo lo que quiere sin importar su actitud. De este modo, aprenden que no necesitan portarse bien para conseguir lo que quieren y retan a los padres para ver hasta qué punto pueden llegar a ceder. Estos problemas pueden ser puntuales, pero si se prolongan en el tiempo o son demasiado reiterados, pueden llegar a convertirse en problemas serios que condicionan el ambiente familiar y que, a la larga, afectarán a la vida adulta del niño. Además, es común que si estos problemas no se atajan, a medida que el niño se va haciendo mayor, los problemas van en aumento y se llegan a hacer con el control de la vida en el hogar.


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