lunes, 11 de mayo de 2009

ESTRÉS POSTRAUMÁTICO

Aunque suene igual, el estrés y el estrés postraumático no son lo mismo, aunque pueden tener algunos síntomas en común. Se habla de estrés postraumático cuando después de una experiencia fuerte y muy negativa se empieza a tener problemas para volver a desarrollar la vida anterior de un modo normal. Esta experiencia negativa es lo que se conoce como trauma y que tiene que ver con grandes catástrofes, experiencias poco comunes de contenido agresivo, momentos que se han vivido en los que se ha podido temer por la vida o la integridad física.

Estos traumas pueden tener dos orígenes:

Acontecimientos naturales: inundaciones, huracanes, terremotos, accidentes...

Originados por la mano del hombre: violaciones, asesinatos, robos, terrorismo, maltrato, agresiones y violencia en general.

Aunque tanto unos como otros pueden suponer un gran shock para la persona que los ha vivido, las catástrofes naturales suelen tener menor repercusión en la mente de las personas, que aquellos daños que han sido cometidos por otro semejante. Cuanta mayor sea la relación que se tenga con la persona que ha originado el daño, mayor es el trauma y más limita la vida de la víctima. Por ejemplo, el ver un ataque hacia otra persona, puede ser algo que marque la vida de alguien, pero marcará mucho más en un hijo el haber recibido malos tratos durante su infancia por parte de su padre, dada que la cercanía entre ambos (agresor y víctima) es mayor.

En cualquier caso, el estrés postraumático depende tanto de la experiencia sufrida, como de la fortaleza y los recursos previos para reponerse que tuviese la persona que lo ha vivido. El síntoma fundamental de esta problemática, al margen de los típicos de la amsiedad, es el recordar una y otra vez el trauma, aunque el suceso haga más de seis meses que tuvo lugar, y más que recordarlo es como tener la sensación de revivirlo.

Síntomas del estrés postraumático
Ansiedad constante y angustiosa a consecuencia del trauma.
Depresión por la sensación de falta de control sobre la vida y las circunstancias de mi entorno.
Evitar todo aquello que pueda tener relación con el incidente: lugar donde sucedió, personas implicadas en él, lugares parecidos al del suceso, personas parecidas al desencadenante (si era una persona la que provocó el trauma), temor al momento del día cuando sucedió el trauma... en definitiva, evitación de todo lo que pueda recordar mínimamente al suceso.
Baja autoestima como consecuencia del bajo estado de ánimo.
Revivir el trauma en imaginación una y otra vez sin ser capaz de eliminarlo de la mente.
Pesadillas o insomnio relacionadas con el mismo tema.
Problemas de relación con los demás (especialmente si el trauma ha sido causado por la mano del hombre).
Angustia, falta de aire y dificultades para relajarse, así como problemas de concentración.

Es lógico que las situaciones inesperadas o traumáticas dejen huella, supongan un antes y un después en nuestra vida, y nos marquen de algún modo. Pero si esta marca se extiende demasiado en el tiempo y empieza a dominar toda tu vida, es cuando tienes un problema de estrés postraumático que debes aprender a solucionar. Una cosa es seguro, lo que ha sucedido en el pasado ya no se puede cambiar, pero a partir de este punto tienes dos alternativas: Dejar que el pasado destruya también tu presente y tu futuro dejándote absorber por él, o luchar contra lo sucedido e intentar neutralizarlo para que en el futuro, ya no te haga daño y puedas ser una persona libre. Si ésta es tu situación no dudes en buscar ayuda.

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